No era la primera vez que
la Asociación “Adaegina” visitaba la histórica y hermana Plasencia. El viaje
anterior estuvo pasado por agua y, en esta ocasión, solo la que ocupaba el
cauce del río Jerte nos recibió, bien iluminada por un sol casi primaveral y
una temperatura que invitaba a recorrer las calles recogidas y repletas de
palacios, conventos e iglesias de la ciudad fundada por Alfonso VIII en 1189.
Se inició la visita en el
Museo Textil “Pérez Enciso”, al que da su nombre un próspero comerciante
afincado en Plasencia que, en sus numerosos viajes por la región extremeña, se
preocupó de reunir una vasta colección de objetos, vestimentas, calzado y demás
elementos y utensilios adquiridos después por la Diputación Provincial con el
fin de conformar un museo etnográfico de una elevada calidad artística e
histórica y situado en la ampliación llevada a cabo en el siglo XVIII del
antiguo hospital transformado en el actual Complejo Cultural Santa María.
La guía voluntaria María
Antonia nos desbrozó con maestría las cuatro salas que lo componen y en las que el proceso textil, la indumentaria típica cacereña, el lino, la seda, el ajuar
casero de lino y el textil erudito para uso cortesano y eclesiástico, con
piezas inigualables y algunas procedentes del siglo XVIII.
Posteriormente visitamos
las Catedrales, en esta ocasión con la guía oficial Mercedes Orantos que nos
desveló con buen tino tanto la historia de la Vieja, de los siglos XIII y XIV,
fundamentalmente románica y de la que se conserva gran parte del claustro,
donde el gótico y el románico se mezclan de manera armónica; como de la Nueva,
construida en el siglo XV, con su portada plateresca del siglo XVI y sus impresionantes
“dorados” interiores, con dos magníficos retablos, el mayor, con tallas de
Gregorio Fernández, y el de la capilla de la Virgen de la Asunción, obra de los
hermanos Churriguera y con un artístico panteón en el que descansa una imagen
de la Virgen que se hace visible con la celebración de la Ascensión de la
Virgen a los Cielos.
A continuación, finalizamos recorrido por los alrededores del magno templo, saboreando la visión de edificios emblemáticos que la guía nos retrató con absoluta precisión y de manera concisa, como la Casa del Deán, el palacio del marqués de Mirabel, acabando en la Plaza Mayor, donde pudimos comprobar la vida pujante de la población y donde disfrutamos de la comida en el restaurante Gredos, que según las opiniones recogidas satisfizo a los asistentes, y, durante la tarde, de las numerosas terrazas bajo los compases del “Abuelo Mayorga” dando las horas en la torre del Ayuntamiento proyectado por Juan de Álava en 1523, de estilo renacentista.
Un nuevo viaje edificante
que enriquece nuestros conocimientos de nuestras poblaciones más cercanas y
estrecha aún más los lazos amistosos entre los socios asistentes.
Texto: Vicente Rodríguez Lázaro
Fotos: Javier Gómez y Goyo Herrera
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