Durante los días 20, 21 y 22 de junio de 2014 la Asociación "Adaegina" de Amigos del Museo de Cáceres organizó una excursión a las localidades portuguesas de Fundão y Covilhã. Nuestro asociado y amigo Vicente Rodríguez Lázaro nos envía precisa noticia del viaje, que agradecemos.
El valle protegido por la Sierra de la Estrella y la Sierra de la Garduña fue el destino de los 36 socios de Adaegina que disfrutamos del tercer fin de semana de junio entre el verdor bizarro de sus campos. Nos alojamos en Fundão, en plena llanura a los pies de la Sierra de la Garduña, donde descubrimos enseguida que la cereza era su emblema natural y la base de su producción agrícola. Tras descansar la noche del viernes, a la mañana siguiente recorrimos esta sierra con sus bosques feraces y visitamos Alpedrinha, donde admiramos la supremacía del granito en sus edificaciones y desde su atalaya disfrutamos del extenso panorama tras el que se adivinaba a lo lejos Castelo Branco. En la misma elevación recorrimos el museo de la trashumancia del Paço do Picadeiro, en el que se reproduce todo el proceso de este fenómeno rural tan cercano asimismo a nuestra cultura. Continuamos hacia Castelo Novo, pueblo en el que predomina el mismo tipo de arquitectura y en el recorrimos los restos de su castillo medieval. Antes del almuerzo, una visita rápida al museo de Fundão , demasiado fugaz para apreciar los entresijos y valores de la historia de la villa. Dedicamos la tarde a conocerla más a fondo y a disfrutar de las delicias gastronómicas de sus restaurantes y alguna que otra celebración popular nocturna. La mañana del sábado la empleamos en Covilhã, la capital de la Sierra de la Estrella, desplegada por su falda en una sábana blanca y permanente. La plaza Largo da Cãmara fue el punto de partida y el Museu dos Lanifícios el destino, una amplia muestra de todo el proceso industrial de la lana que nos impresionó por el montaje y la minuciosidad de la colección. También vimos de pasada las iglesias Matriz, de la Misericórdia y la Universidade da Beira Interior, fragmentos de la muralla y el Museo, donde se exponía una curiosa muestra de vestidos de bodas, bautizos y comuniones cedidos por los propios ciudadanos.
Al atardecer regresamos a Cáceres con la satisfacción de haber descubierto una de las comarcas más singulares de nuestros vecinos de Portugal.
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