7 de noviembre de 2018

Por Ávila con Adaegina. 3. La catedral y dos monasterios extramuros

Grupo de Adaegina en el patio del Convento de la Encarnación (Foto: Goyo Herrera)
 Nuestro agradecimiento a Mª José del Pozo, que nos guió por Ávila con un entusiasmo contagioso. A ella le dedicamos estas sencillas crónicas del viaje. 
La Catedral del Salvador


Catedral, iglesia, fortaleza, ... El exterior lo deja claro. Sólo hay que observar la torre-fortaleza y el cimorro. La torre "fuerte y quadrada, cuyo campanario se adorna de siete campanas grandes y mui sonoras en diferencia de voces, con un relox en su cimborrio... (José Tello Martínez, finales del siglo XVIII).  El cimorro, elemento semicircular embebido en la muralla, es la propia girola que se constituye así en un elemento más de la estructura murada de la ciudad. Es un cubo más de la muralla y, como tal, está compuesto de barbacana y dos adarves con almenas. Es indudablemente el cubo más imponente de todo el conjunto. Así, parece lógico que la Catedral del Salvador sea conocida, frente a la "Pulchra Leonina" o a la "Magna Hispalensis", como la "Fortior abulensis".


Antes de entrar pudimos observar en el exterior la Portada Norte o de los Apóstoles (también
conocida como la de las imágenes), situada bajo un pequeño pórtico abovedado. Su situación actual se debe a la reforma que hace Juan Guas en el s. XV. Toda la imaginería (apostolado en las jambas, Juicio Final con Cristo Juez en el centro del tímpano, escenas de la Pasión en la primera banda, Coronación de la Virgen en el ápice, ancianos del Apocalipsis en las arquivoltas, ...) fue trasladada desde la portada occidental y adaptada a este espacio actual.

La portada de los pies o portada occidental fue modificada por Guas con el traslado de la imaginería a la portada norte, como hemos dicho, y posteriormente sufrió otra modificación en el s. XVIII. Llama la atención los dos salvajes que Guas (?) colocó en las jambas de entrada y encima de las arquivoltas, una balaustrada con hornacinas, hoy vacías, que cobijaban una imagen del Salvador y Santos relacionados con la ciudad. Encima, el escudo de la catedral y un San Miguel.


Al entrar en esta catedral uno sufre una fuerte impresión o impacto visual debido al color de la piedra. Esa piedra caleña jaspeada, llamada también "piedra sangrante",  de carácter arcilloso que se encuentra en algunas zonas mezclada con la piedra berroqueña y que presenta procesos de disgregación. Esa piedra, como también vimos en San Vicente, da al interior del templo un aspecto peculiar.


Pero una catedral es más que un proceso constructivo, es también un compendio de historia y de historias. Y conviene saber leerlas. Cosa que no se puede hacer en una visita ni en dos. Además la catedral no es la misma si la visitas por la mañana o si la recorres al atardecer. La luz la hace diferente. Lo mismo ocurre con las estaciones. Nosotros, en la corta visita que hicimos por la tarde, sólo nos dio tiempo a ver y comentar algunos elementos significativos.

El trascoro, que cierra el coro por el lado del poniente y rompe con él la nave central, está constituido por un rico panel de altorrelieves en alabrasto, obra de Juan Rodriguez y Lucas Giraldo. Tres escenas principales, Presentación en el Templo, Epifanía y Matanza de los Inocentes, acompañadas de otras de menor tamaño (abrazo ante la Puerta Dorada, Huida a Egipto, Visitación, representación de los profetas, etc), conforman esta obra renacentista. Destacable también la sillería dentro del espacio del coro.
Detalle del Retablo Mayor en el que trabajaron Berruguete, Santa Cruz y Juan de Borgoña en las pinturas sobre tabla y Vasco de la Zarza, con otros, en las tracerías.
El trasaltar está dedicado, en su panel central, al obispo Alonso de Madrigal, el Tostado (s. XV), una obra en alabastro de Vasco de la Zarza. Es un interesante retrato del culto prelado entregado a su tarea de lectura y estudio. Los Reyes Magos en camino, la escena de la Epifanía y la representación de las siete virtudes en hornacinas aveneradas completan este imponente retablo pétreo, una de las cumbres de la escultura renacentista en España. 


Y para terminar nuestra visita a la primera sacristía o de los Beneficiados (s. XIV) y a la Sacristía principal o Capilla de San Bernabé, utilizada también como Sala Capitular.

Primera sacristía o de los Beneficiados
Dos imágenes de la Sacristía Principal o Capilla de San Bernabé
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El Real Monasterio de Santo Tomás

Iniciada su construcción en 1482, sirvió como mausoleo para el infante don Juan, hijo de los RRCC, fallecido prematuramente. Es un monumento singular de gran riqueza constructiva y artística. En él visitamos los tres claustros, la iglesia con el sepulcro de don Juan (obra de Fancelli) y con el artístico retablo de Berruguete, el coro real con su magnífica silleria de motivos y tracería flamígera y el aula magna de la antigua Universidad de Santo Tomás, entre otras dependencias. Veamos en imágenes una secuencia de nuestra visita:

En el exterior de Santo Tomás, ante la fachada de la iglesia que semeja una H, formada por el gran arco escarzano entre dos machones.
Observando las bóvedas de crucería en las naves de uno de los claustros. Arriba el Claustro del Silencio o de los difuntos.
Escaleras de subida al coro.
En madera de nogal, en la sillería encontramos magníficas filigranas de formas geométricas, vegetales y animales, talladas en los respaldos de los asientos. Destacables doseletes e interesantes las sillas destinadas a los reyes. Abundancia de adornos del gótico flamígero.
Dos vistas del retablo mayor desde el coro y vista del Cristo de la Agonía, atribuido a Siloé.
"Juan, Príncipe de las Españas, modelo de todas las virtudes, verdadero mecenas de las Bellas Artes y de la Religión Cristiana, que en pocos años realizó muchas obras con gran esmero y estremada prudencia y bondad, descansa en este túmulo que mandó labrar su óptimo y piadoso padre, Fernando, Rey Católico, invicto defensor de la Iglesia, puesto que lo había ordenado en el testamento su madre Isabel, Reina castísima y joyero de todas las virtudes. Vivió 19 años, 3 meses y 6 días y murió en Salamanca el 4 de octubre de 1497" El sepulcro es obra de Domenico Fancelli, 1510..

El grupo de Adaegina en el clausto de los Reyes del Monasterio de Santo Tomás. Enorme claustro de bellas arquerías, decoradas sólo con las bolas presentes en muchos monumentos de Ávila y conocidas como el "perlado abulense". Foto: José Vidal Lucía.
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El Monasterio de la Encarnación

Fue nuestra última visita. El convento en el que Teresa vivió treinta años, de ellos, tres como priora. Nuestro recorrido giró fundamentalmente alrededor de su persona: espacios, objetos, reliquias, ... todos los elementos que conforman un Museo Teresiano.

En el interior de todo un mundo teresiano.
La explicación entusiasta de Mª José y piezas singulares del museo teresiano.
Otros objetos relacionados con esta temática: La llave de la celda de Teresa, vigas antiguas restauradas, la imagen de San José, el "Parlero", naveta del XVIII y silla utilizada por Juan de la Cruz.
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Acabadas estas tres entradas sobre nuestro viaje a Ávila, a uno le hubiera gustado traer aquí textos y poemas de esa poesía mística que con tanto acierto y belleza cultivaron en Ávila Teresa o Juan de la Cruz. No se puede visitar esa ciudad y no releer algunos de esos poemas. Por eso me parece que estaría bien traida la adaptación musical que hizo Enrique Morente del poema de Juan de la Cruz que comienza "¡Qué bien sé yo la fonte que mana y corre. // Aunque es de noche!". Pero, para rizar más el rizo, antes de la versión de Morente (enorme canción), veremos la que ha realizado la cantante Rosalía. Menuda fusión: Mística-flamenco-Rosalía. Escuchemos la canción entera (paciencia hasta que termine el anuncio al principio, si lo hay). Es toda una experiencia...



Puedes escuchar también, si quieres, la versión del maestro Morente:



Hay otra versión de Rosalía, esta vez "a capela". Recomendable también. 



A disfrutarlas: letra, música y vídeos.

 Realización: José Vidal Lucía

25 de octubre de 2018

Por Ávila con Adaegina. 2. De palacios, iglesias y conventos. Y la muralla.

Panorámica de Ávila. Las sombras alargadas de la muralla en las primeras horas del día.
Fue sólo un fin de semana. Pero el viaje dio mucho de sí. Todo un recorrido intra/extramuros por la bella ciudad de Ávila. Basílica de San Vicente, catedral del Salvador y el Cimorro, Real Monasterio de Santo Tomás, convento de San José, convento de la Encarnación, ... Pero también los Cuatro Postes, la muralla (admirable estructura), las nueve puertas, el arco de San Vicente, la espadaña junto a la puerta del Carmen, el palacio de los Verdugo, el de los Dávila, el torreón de los Guzmanes, la Plaza del Mercado Chico, la plaza de la Santa, el puente sobre el Adaja, las terrazas de la calle San Segundo, ... Y entre los personajes en la memoria de la ciudad: Tomás Luis de Vitoria, Guido Caprotti, Adolfo Suárez, don Claudio Sánchez Albornoz, Alonso de Madrigal "El Tostado", fray Juan de Yepes, y sobre todo, Teresa de Cepeda y Ahumada. Ella y el Carmelo impregnando todos los caminos, las piedras y las estancias de la ciudad. Ávila, "ciudad de cantos y de santos", fue declarada Patrimonio Mundial en 1985 y reafirmada en 2007, resaltando los valores patrimoniales de su ciudad vieja, su muralla y sus iglesias extramuros. Los días de nuestra visita, por las mañanas, sobre las murallas de ciudad, la luna en menguante.


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El viernes, 28 de septiembre, llegamos desde El Barco, procedentes de Cáceres, ya de noche. Cena en los Cuatro Postes. Después algunos nos atrevimos, atraídos por la muralla iluminada, a bajar hacia el Adaja, cruzarlo por el viaducto nuevo, y subir, bordeando la muralla, hasta la Basílica de San Vicente y las terrazas de la Calle San Segundo. A disfrutar de la fresca noche otoñal que Ávila nos ofrecía. Un reparador paseo de ida y vuelta. Para tomar contacto.


Centro de Recepción de Visitantes

Ya dispuestos para cumplir el programa, a primera hora de la mañana del sábado nos dirigimos hacia el Centro de Recepción de Visitantes donde nos esperaba nuestra guía, María José del Pozo Rodríguez. Con un entusiasmo especial desde el principio y un amplio conocimiento de la ciudad, de su historia y de sus personajes singulares comenzó a situarnos en ella, en principio, a través de las maquetas del centro y de algunos planos disponibles. Luego, poco a poco, iría sacando materia y rebuscando en cada rincón, en cada casa o palacio, y en cada iglesia o convento la huella del Carmelo y de Teresa de Cepeda. Su itinerario siempre buscando "caminos de perfección".
 

En la Basílica de San Vicente

El primer lugar fue la Basílica de San Vicente (ver vídeo). Una visión general del conjunto. Después la observación de la fachada occidental con las dos torres que delimitan ese espacio central cupulado en el que se aloja una portada magistral con un conjunto escultórico magníficamente realizado, pero en grave deterioro. Dos tímpanos con escenas evangélicas, un parteluz con la figura sedente de un Cristo resucitado, diez semicolumnas con un apostolado incompleto y, enmarcándolo todo, bellas arquivoltas con abundancia de formas vegetales, además de representaciones de seres fantásticos (arpías, centauros, ...) Y un último detalle, la firma del escultor a través de la maza de cantero que ocupa un lugar central entre los dos pequeños tímpanos. En la zona de la cabecera, tres ábsides que albergan también la cripta funeraria. En ella se venera la imagen de la Virgen de la Soterraña.

Luego, visita al interior. Tres naves separadas con arquerías de pilares con semicolumnas adosadas. Cubierta de crucería en la central y aristas en las laterales. En el alzado de la nave central, arquerías, tribuna y cuerpo de ventanas. A destacar el cimborrio con bóveda octogonal que apoya sobre planta cuadrada. Un espacio arquitectónico muy interesante.


De especial interés, el cenotafio de los santos Vicente, Sabina y Cristeta situado en el crucero, en el lado sur. Un monumento funerario del s. XII para honrar a los hermanos mártires. El monumento está adornado en sus frentes y laterales por un conjunto de escenas con figuras policromadas que narran en una secuencia perfecta el martirio sufrido por los hermanos en el s. IV, además de otras escenas como las de la Epifanía o el Pantocrátor con los Cuatro Vivientes. Excelencia en la ejecución, en la narración y en la composición del conjunto. Una cima de la escultura románica. Merece más de una hora. El sepulcro se cubre con un aparatoso baldaquino gótico flamígero con cuatro columnas, añadido en el s. XV. Lo remata la figura de San Miguel.


En uno de los frentes del cenotafio, bajo la imagen del Pantocrator, una flor conocida como rosa juradera, es señal de que esta iglesia era de tal carácter junto con Santa Gadea. Cuando en un juicio no se encontraba la verdad con el testigo, se obligaba al reo a colocar la mano en el orificio de la flor y jurar su inocencia ante el pueblo. Cuentan que si mentía la mano se iba secando. La costumbre fue abolida por los RR CC. Debieron pensar, según nuestra guía, que aquello era mucho milagro.


La muralla de Ávila

De allí, mirada a la muralla. Enorme estructura arquitectónica. Según la página oficial de este monumento, el perímetro total es de unos dos kilómetros y medio, tiene cuatro grandes lienzos con mampuestos y con elementos reutilizados romanos, numerosos cubos y torreones, nueve puertas y 2500 merlones. Las puertas se nombran, en el sentido de las agujas del reloj: Puerta del Alcázar, del Rastro, de la Santa (o de Montenegro), de la Malaventura, del Puente (sobre el Adaja), del Carmen (junto a la espadaña del antiguo convento), del Mariscal, de San Vicente y del Peso de la Harina o de los Leales. El ábside de la catedral, conocido como el Cimorro, está integrado en la muralla y es el cubo más imponente de todo el conjunto murado.

De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Vista nocturna de los cubos del lienzo oeste cerca de la puerta del Adaja; el grupo ante la Puerta de San Vicente; tramo apoyado sobre crestones rocosos correspondiente al paseo del Rastro y torreón restaurado junto a la Puerta del Alcázar o del Mercado Grande.
Sólo nos faltó hacer el recorrido por los adarves. Algunos ya lo hicimos hace años. Habrá que volver.

Algunos palacios, iglesias y conventos y la Plaza del Mercado Chico

Accedimos intramuros por la puerta de San Vicente, en dirección hacia el palacio de los Verdugo, sede de la Red de Ciudades Patrimonio Mundial, del Archivo Municipal y de otros espacios para actividades culturares. En la puerta un verraco o toro vetón. A destacar en el interior un patio de planta cuadrada con una galería inferior de arcos rebajados que apoyan sobre sencillas columnas. En la superior, columnas rematadas por artísticas zapatas soportan las grandes vigas que sostienen la cubierta.

De allí a la Plaza del Mercado Chico, la Plaza Mayor de la ciudad, en la que se encuentra la Casa Consistorial. Momento para un café, antes de llegar a la iglesia de San Juan. En ella, la pila gótica de bautismo.


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Siguiendo el itinerario llegamos a la plaza de la Santa y en ella al Convento y Museo de Santa Teresa. En este espacio urbano se inauguró, en relación con el V Centenario de 2015, una escultura en bronce de esta mujer "inquieta y andariega" (como se la ha llamado). Obra del escultor Óscar Alvariño, aparece sentada y es un lugar propicio para hacerse fotos (selfies) a su vera. Ni el obispo ni otras autoridades se resistieron al posado con ella en el día de la inauguración.

Iglesia y convento forman un conjunto arquitectónico. Debajo de la iglesia se sitúa la cripta abovedada dedicada a Museo teresiano. Iglesia y cripta se corresponden con las estancias de la casa natal de la santa. Allí se ha recreado "la huertecilla donde la Santa hacía sus ermitas"y la celda del convento de San José. Además se pueden ver escritos, documentos, pinturas, ... todo tipo de elementos que tienen que ver con su vida.

También visitamos la Sala de Reliquias. Dedo anular de la Santa, huesos de San Juan de la Cruz, ... Todas esas cosas que forman el mundo de los relicarios conventuales y eclesiásticos. Y en el caso de Teresa, una verdadera dispersión internacional de miembros o pequeños trozos de su anatomía.


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Tras esta inmersión hagiográfica teresiana, nos dirigimos al Torreón de los Guzmanes, sede de la Diputación Provincial. De nuevo una escultura zoomorfa en el zaguán de entrada. En las caballerizas se encuentra el Centro de Interpretación de la Cultura Vetona. Interesante el aspecto exterior del torreón: mampostería y sillería, matacanes, merlones en forma de trébol, atalayas esquineras, ... También el patio renacentista con una galería inferior con arquerías y la superior adintelada.


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Muy curiosa la visita al exterior del Palacio de los Dávila. En la fachada principal, que da a la plaza de Pedro Dávila, éste mando construir una ventana renacentista. En la parte superior, bajo el frontón con el escudo familiar, un epígrafe con su nombre, el de su mujer y la fecha (1541). Debajo de la ventana otro dice: "Donde una puerta se cierra, otra se abre". Hace referencia al postigo que, abierto en la muralla, comunicaba el palacio con el exterior. Como respuesta a que fue cegado, se construyó esta ventana.

Arriba, vista de la parte baja de la ventana con la leyenda: "DONDE VNA PVERTA SE CIERRA OTRA SE ABRE". A la izquierda, vista general de la bella ventana con los agujeros de las antiguas rejas en dintel y jambas. En el friso, bajo el frontón con escudo de los Dávila, la leyenda sobre "PETRVS AVILA ET MARIA CORDVBENSIS VXOR AN MDXLI". A la derecha, postigo o poterna del palacio, que fue cegado. Situado en el lienzo sur de la muralla, en el Paseo del Rastro.

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Paseo por el del Rastro y Convento de San José

Por la tarde salimos por la puerta del Rastro y recorrimos este lienzo de muralla que se asienta sobre la roca natural. Caminamos hacia la Puerta del Alcázar y desde allí, pasando por la iglesia románica de San Pedro nos dirigimos al Convento de San José o de las Madres, primera fundación de la orden (24 de agosto de 1562). Sencillez y austeridad son las características del mismo. Dentro se pueden observar algunos elementos como la cocina, la celda de la fundadora, el refectorio, ... Un pequeño museo alberga piezas relacionadas con la vida de la santa abulense. En el siguiente enlace se puede ver el plano del convento y unas datos sobre la construcción de la iglesia actual (de 1610) por el arquitecto Francisco de Mora. Es una iglesia orientada, de manera insólita, en dirección N-S, debido a que el arquitecto quiso respetar la situación de las viejas casas originales, habitadas por Teresa en esta primera fundación.

La imagen de la izquierda, reproduce el improvisado escritorio en el hueco de la ventana; para escribir sentadas en el suelo. A la derecha, interior de la iglesia actual del convento con las bóvedas de piedra caleña sangrante. Abajo, antigua fachada del convento. Nótese la subida de nivel de la calle que ciega la mitad de la puerta. Paradójicamente esta calle está dedicada al Duque de Alba, responsables de que los restos de Teresa salieran de aquí hacia Alba de Tormes.

En el recorrido por los conventos, nuestra guía, María José, siempre tenía dispuesto algún texto escrito por la monja carmelita, y nos lo recitaba de memoría. Al entrar en la iglesia de la Santa, recuerdo que recitó un fragmento de "Camino de perfección", libro dirigido precisamente a las monjas, ("ermitañas contemplativas" las llamaba), del Convento de San José.
"Cuanto a la primera, que es amaros mucho unas a otras, va muy mucho; porque no hay cosa enojosa que no se pase con facilidad en los que se aman y recia ha de ser cuando dé enojo."
Y de San José a la Catedral, nuestra última visita del día. Y el domingo, el Real Monasterio de Santo Tomás y el de la Encarnación. Pero eso será historia para otro día.

Realización, texto e imágenes: José Vidal Lucía

18 de octubre de 2018

Por Ávila con Adaegina. 1. En El Barco de Ávila

A falta de imagen de todo el grupo, ésta de algunos amigos de Adaegina después de un rato de charla con los paisanos de El Barco delante del puente medieval. El pretil del puente, iluminado por las luces del atardecer.
Comenzando por el principio. Salimos de Cáceres el viernes por la tarde camino de Ávila. A medio camino, parada en El Barco de Ávila (antiguamente, El Barco de Tormes). Casi sin bajar del autobús Javier Gómez consiguió una "foto callejera" (Street Photography), de las que definen lo que pasa en un pueblo. "Robado" con el móvil, procesado en b/n et voilá:

Nuestra primera imagen del Barco de Ávila, captada por Javier Gómez con su móvil. Barcenses en tertulia. (Con tu permiso, Javier)
A la par que Javier, tampoco pudimos resistir la tentación de captar esa imagen sugerente del "mentidero" al atardecer en el parque. Sólo faltó echar un rato con estos paisanos de El Barco, que seguro podrían habernos contado muchas cosas. Es una forma de ver un pueblo posiblemente más interesante que los canales al uso. Aquí dejamos nuestra instantánea. También un "robado".

Otra "fotomóvil" de la charla de los barceños.
Un buen comienzo. Después visita al Castillo de Valdecorneja, imponente fortaleza que perteneció a los señores de Valdecorneja y a los condes y duques de Alba. Su emplazamiento es sobre un cerro, desde el que controla un amplio territorio además del paso por el puente medieval sobre el Tormes. De planta cuadrada tiene torre de homenaje y cuatro cubos en las esquinas.

Javier captando la mole imponente del castillo y vistas de algunos elementos del mismo
 
También entramos en la Cárcel Antigua, hoy habilitada para Biblioteca municipal y Salas de Exposiciones, fue construida a mediados del XVII, cobre dos casas de la Calle Mayor compradas a la parroquia.


Al ser una hora próxima a la misa, pudimos visitar la iglesia de la Asunción, en la que nos llamó la atención su órgano y retablo barrocos y las cuatro rejerías. La reja de separación del presbiterio, con un rico repertorio ornamental de carácter plateresco y escudos de los Alba, en aquel momento, aparecía iluminada en una zona por los rayos del sol poniente.

Órgano barroco construido por José de la Rea entre 1771 y 1773. La caja, con fondo azul y rojo, se adorna con guirnaldas y medallones de rocalla dorados. Los tubos y trompetería se organizan en siete calles.
Escena de la Coronación de la Virgen, una de las que componen el retablo barroco del presbiterio. Construido en el XVII, se adapta a la forma poligonal del ábside.
Las tres rejerías que cierran el espacio del presbiterio y las capillas de los lados de la epístola y del evangelio. Elementos platerescos, escudos, emblemas, ... componen un bello conjunto de rejas-tabique. La rejería central aparece iluminada por los últimos rayos de sol.
Bajamos al puente medieval. Ocho arcos desiguales, unos en punto redondo, otros en ojiva, se apoyan sobre robustas pilas de sillares con grandes tajamares de sección triangular. Es un puente alomado. Junto a él, en el paseo, charlamos un rato con algunos barcenses o barceños (ver la foto de portada). Entre otras cosas, sobre su "pique" con los pitácios de Piedrahita. Pero no fuimos capaces de sacarles con qué apodo se les nombra a ellos. ¿Portugueses?.

Recias pilas con tajamares, arcos de medio punto, arcos ojivales, fábrica de sillares, perfil alomado... los elementos que definen el puente medieval sobre el Tormes. Ahora dorado por los últimas luces de la tarde.
De vuelta, pasamos por la Plaza Mayor, un espacio rectángular con soportales que lo definen como una típica muestra de la arquitectura popular.

En la Plaza Mayor. Foto: Javier Gómez
La corta estancia nos impidió recorrer también otros interesantes elementos de este pueblo declarado Conjunto Histórico-Artístico. Nos quedó pendiente para otra ocasión las murallas y la Puerta del Ahorcado, la calle La Gallareta, las ermitas del Cristo del Caño y de San Pedro, o la casa de los Balcones, la de la Recaudación y la de los Gasca. Sí pasamos por el cine.

Cine-Teatro Lagasca, restaurado en 2005 tras tres decadas cerrado.
Y después, camino de Ávila. Hacia los Cuatro Postes.
Muchas gracias a Francisco Javier Gómez por las dos fotografías que nos ha cedido para esta entrada.

Realización: José Vidal Lucía.