9 de junio de 2022

Visita cultural a Santa Cruz de la Sierra (28/05/2022)



El pasado 28 de mayo tuvimos la oportunidad de visitar de la mano de Francisco Cillán Cillán, cronista del pueblo y socio de Adaegina, la localidad de Santa Cruz de la Sierra y la exposición de Dª Lourdes Murillo, artista pacense afincada en Trujillo, titulada "San Joaquín, el templo del agua". 

Pudimos pasear por Santa Cruz y disfrutar, entre otras, de la Iglesia Parroquial de la Vera Cruz, de estilo gótico. Parece que fue construida en el lugar de culto de una mezquita levantada sobre una antigua basílica visigoda. De esta época se conserva la pilastra de el medio de la mesa del altar, que a diferencia de la mayoría de mesas de altar, tiene tres pilastras.

La exposición de Dª Lourdes Murillo, se podía visitar en la Iglesia del Convento de los Agustinos, de estilo Barroco del siglo XVII, y del que hoy únicamente podemos disfrutar de sus ruinas y de algunas pinturas muy deterioradas por el paso del tiempo.

De esta visita, nuestro socio Vicente Rodríguez Lázaro, ha realizado un poemario al que ha titulado "Los Trazos del agua" y que os dejamos aquí para que podáis disfrutarlo.


LOS TRAZOS DEL AGUA

(San Joaquín, El Templo del Agua (2022), de Lourdes Murillo)


LA SENDA TIZNADA


(El camino de picón)


 Todo devenir humano deja huella.

Inscribe sus marcas en el suelo

y concibe dibujos singulares

antes de que la acción aparezca

en los amplios paisajes de la existencia.

 

Los gránulos oscuros de los sucesos

se expanden sobre el lienzo vital

que ofrece la materia en continua

e imparable evolución de cada hombre.

 

Sigue su curso en el templo universal.

Busca recorridos únicos e intensos

que acaban tiznando la piel de la vida

y dejando incrustada la imagen

en el suelo inabarcable del tiempo

aquietando recuerdos sobre el espacio

ávido de recibir las vivencias

de cada varón, de cada mujer,

destinados a crear un relato

singular, inigualable, luminoso

en la gran memoria universal

adherida al esfuerzo creador

en las mentes, espíritus y cuerpos

afincados al vaivén imparable

de la firme convicción de trascender.

 


RIQUEZA

(La sal, el oro, la pregunta)

 

Es la sal un regalo para el hombre.

Riqueza verdadera y valorada

que se muestra esquiva con frecuencia

en las décadas y etapas del camino.

 

La sal y el oro crean fronteras

y van escribiendo en el tapete

bizarro y traicionero del oficio

adscrito a sucesos escabrosos

que van conformando la pregunta

crucial a lo largo de la Historia.

 

Enorme interrogante expandido

sobre el suelo de picón del templo oscuro

buscando la respuesta inalcanzable

en el vasto universo y escenario

de sucesos y vivencias reforzadas

por los actos y avatares de los seres

que han marcado unos pasos tan fugaces

en el plano inabarcable de la vida.



SILUETAS


(Tríptico)


En un tríptico con fondo impenetrable

se graban las siluetas de los pasos

sinuosos y cruzados entre sí.


Manchas con el negro del esfuerzo

que han dejado la impronta de la vida

dibujada con trazos desiguales

forjando la obra de las eras

con el rojo pasional de los triunfos

dispersos en un lienzo de zozobras.

 

Todo el devenir del ser humano

se ve representado en el tablero

de un mundo confuso y constreñido

que va conformando con paciencia

la inmensa proyección del Universo,

esculpiendo su destino intemporal

en cada pincelada decidida

del Supremo Pintor que lo ha creado

para hacer del hombre obra maestra

dispuesta a trascender al tiempo esquivo,

cruel regulador de la existencia.

 


LA COSECHA

(Los dones agrupados)

 

Ella se alejó de la fuente de la vida.

A uno y otro lado quedó algo de sus dones

que ha ofrecido con su acción

a lo largo del camino

guardados en saquitos de blancas envolturas.

 

Sábana fragmentada del alma de la ausente.

Cosecha de entregas amorosas

regaladas a quienes compartieron

la línea que trazó muy generosa.

 

Esto es lo que queda de alguien singular

cuya vida ha expandido sin reservas,

creando un paisaje tapizado

de frutos expandidos por su piel.

 

Así es la vida de quien toma la bondad

como sabio instrumento creador.

 

Así es el recuerdo de quien ofrece

su larga existencia enriquecida

por la limpia actitud de compartir

los bienes cosechados con sus manos

entregadas a la lúcida creación,

semillas destinadas hacia el bien,

recuerdos gozosos de una senda

trazada hacia un limpio horizonte

de eternas y felices conclusiones.

 

 

LA  ACENSIÓN


(El pozo del agua)

 

Allí, en el fondo del pozo

donde el agua de la vida

se remansa en sus orígenes

flotan los espejos del conocimiento.

 

Reflejan la luz de los misterios

y la elevan a la cúpula lejana

del lejano firmamento,

destino de los seres

que buscan la ascensión

ahondando en los rincones

ocultos al oscuro resplandor

de las obscenas ilusiones

que desvían los caminos

hacia el abismo insondable

de las tinieblas de la Nada.

 

La subida hacia la cumbre

es siempre difícil, trabajosa,

dejando en el camino

el lastre complicado

de los placeres engañosos

que dificultan la ascensión

y provocan las caídas

por la falda pronunciada

del monte existencial.

 

La llegada a la cima

es la felicidad completa,

la sensación triunfal

de haber superado

todos los obstáculos,

de haber abrazado

y retenido por completo

la esencia sustancial

de la vida regalada

como don trascendental.

 


EL ACEITE DEL ALMA


(Aceite de linaza)

 

El agua de la vida

y el aceite del alma

realizan la mezcla sagrada

para que el ser recorra

la senda irrepetible

del don de la existencia.

 

En cada recipiente

unido y alineado

con el armazón del cuerpo

a los demás viajeros

que forjan sus caminos

se escribe la historia

tan singular y única

que lleva al ser humano

a superar obstáculos,

duras adversidades

que tras la resistencia

lo encumbren al triunfo.

 

Aceite de linaza,

el óleo de las décadas

forma con su textura

un fuerte hermanamiento

para afrontar con tino

los áridos sucesos

que esculpirán al hombre

para que su espíritu

adquiera el aspecto

de una luz que supere

la difícil travesía

del orbe material.

 

Un campo de pruebas

que debe recorrer

para culminación

del halo trascendente

con el que fue creado.

 

 

EL SAGRARIO DEL AGUA 

(Una presencia de fe)

 

Sobre el muro desportillado

del antiguo ábside eclesial

brilla con luz propia

un sencillo sagrario.

 

Esa es la fascinación

de la fe bien arraigada.

Creer ante la sencillez

de un espacio muy austero

que nada dice a los sentidos.

 

El sagrario del agua

es solo madera frágil.

Una caja primordial

que contiene un vacío

de múltiples inspiraciones.

 

El espíritu del agua

se resguarda en su interior

no del todo satisfecho

por las duras negativas

de los hombres que habitaron

el cenobio del pasado.

 

El camino de la vida

finaliza a sus pies

rindiéndole pleitesía

como cofre del misterio,

como portal del traslado

de este orbe material

a regiones donde el alma

se vea libre de ataduras.

 

El agua retornó al pueblo

y en el triste santuario

abocado al abandono

clama triste en soledad

el espíritu abatido

de la injusta sinrazón

que provocó el abandono

de un lugar que fue sagrado

reducido hoy a la ruina.

 

 

LA LIBERTAD DEL AGUA 

(Un puente cercano)

 

Aguardan los humildes

la necesaria presencia

del agua en sus hogares.

 

Un puente deseado

surge de la palabra

para compartir el agua

que se desliza furtiva

a lo largo de la falda

que el monte desarrolla

hasta el pueblo aún sediento.

 

Una cortina de vida

cae desde la montaña

y el pozo milagroso

facilita curación

al enfermo que del valle

asciende hasta el pozo

de milagros concentrados.

 

El agua se torna en sagrada

cuando llega a su destino

y mitiga a los sedientos

sin que existan retenciones

forjadas por egoísmos

de quienes se creen en derecho

de hacerse dueños infames

de la esencia de la vida

que a todos debe abarcar

sin absurdas intenciones.

 


LA VELA DE LA ESPERANZA 

(Los nombres del agua)

 

La serpiente de la vida

enmarca la vela con fuerza

enterrando en sus anillos

los nombres trascendentales

de miembros que ya existieron,

completando el camino

tortuoso y complicado

del fragor de la existencia.

 

Allí han quedado las marcas

escritas con los fragmentos

del picón cuyos vestigios

se han integrado en las piedras.

 

Un recuerdo permanente,

efímero como el mundo,

que refleja el discurrir

del ser humano empeñado

en dejar huella extendida

en paisajes reforzados

por sus actos revestidos

de entregas a la causa

de avanzar en el empeño

de una eterna trascendencia.

 

 

EL TEMPLO DEL AGUA

(Convento de San Joaquín, Santa Cruz de la Sierra)

 

Al abrigo de la sierra,

en su falda montaraz,

dominando el caserío

a lo largo de los siglos.

 

El agua de la montaña

pudo ser su gran triunfo

y devino en tragedia

por el oscuro egoísmo

de algunos frailes obscenos

que privaban del fluido,

esencial para el sustento

de los huertos y sembrados,

a las gentes que a sus pies

malvivían por su causa.

 

Abrazó la destrucción

los espacios del convento

como una respuesta justa

de los sufridos labriegos

frente a la intolerancia

de esos malos religiosos.

 

Solo el templo quedó libre

de la furia popular

y habitó la soledad

sus rincones olvidados.

 

Solo el pozo milagroso

con sus aguas curativas

mereció el amplio respeto

de todos los lugareños.

 

Ahora es el templo del agua,

donde una instalación

de artísticos perfiles

muestra la arquitectura

del camino más humano.

Interpretaciones lúcidas

de los amplios avatares

que el hombre ha dibujado

en los espacios mundanos,

presentados en paisaje

de vital recogimiento

con la digna sencillez

de un montaje que expande

la esencia del devenir

de una especie que se mueve

entre el borde del abismo

siempre abierto a la Nada

y la elevación sublime

que la lleve a trascender

más allá del Universo.


Por Vicente Rodríguez Lázaro (socio y escritor)