10 de marzo de 2014

Tumultos del silencio. Recital poético a dos voces

El martes, 4 de marzo, se celebró el recital poético a dos voces "Tumultos del silencio", organizado por la Asociación "Adaegina" de Amigos del Museo de Cáceres.

Vicente Rodríguez
Víctor M. Jiménez
Intervinieron los poetas Vicente Rodríguez Lázaro, socio de "Adaegina" y autor de la novela corta El intercambio y del poemario Treinta y tres, y Victor Manuel Jiménez Andrada, autor del libro de cuentos Comidas para llevar y del poemario Versos del Insomnio, y coordinador de la Asociación Cultural y Editorial "Letras Cascabeleras".


Ambos nos ofrecieron un conjunto de sonetos y haikus, creados por Vicente,  y cuyo tema fue la Ciudad Monumental de Cáceres.
Algunos de los haikus e imágenes creados por Vicente
El recital se definió como "una guía poética del Cáceres antiguo" y supuso un recorrido por distintos espacios y rincones de la ciudad a través de la palabra y de la imagen. Plaza Mayor, Arco de la Estrella, Torre de Bujaco, Plaza de Santa María, Palacios de los Toledo-Moctezuma, de Obispo Galarza, de Carvajal, de los Golfines de Abajo..., Plaza de San Jorge, Cuesta de la Compañía, Plaza de San Mateo, Torre de las Cigüeñas, Aljibe, Jardín de la Judería, Rincón del Moral, ... Los textos apasionados de Vicente, recitados con maestría por ambos autores, nos ayudaron a evocar todos estos lugares de la ciudad.
Vicente entrega a Víctor el ex-voto de Adaegina

Dos sonetos inéditos cedidos por Vicente

Añoranzas
(Encuentros en el aljibe)

El agua del aljibe tiene almas
que esperan mil regresos deseados.
Entre arcos de cimientos olvidados
el silencio y la pena son sus armas.

Uno a uno van mirando a los que llegan
sus talles invisibles los rodean.
En torno a sus cuerpos merodean.
Sus ansias y esperanzas les entregan.

La noche se despliega entre las hiedras.
Las sombras por arcadas se deslizan.
Ascienden escalones en cortejos.

Transitan por las calles, son reflejos
de antiguas añoranzas que eternizan
sus lances y tragedias en las piedras.

--o0o--

Olivar de la judería

La Torre de los Pozos lo rodea.
Remanso en que descansan tres culturas.
Allí se depositan andaduras
del ayer, del presente que sestea.

Un tránsito entrañable representa.
En el olivar brisas se entrecruzan.
Cantares almohades desmenuzan
la nostalgia de una era más cruenta.

Refugio de poetas que en su sombra
reconstruyen los versos fantasmales
que cuelgan de las copas circundantes.

Y con la luna llena, dos amantes
se abrazan y se besan en la alfombra
tejida por hechizos ancestrales.


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