13 de junio de 2024

Convocado el VIII Certamen de Investigación Cultural «Publio Hurtado» 2024



Bases de la Convocatoria

 

La Asociación «Adaegina» Amigos del Museo de Cáceres convoca el VIII Certamen de Investigación Cultural «Publio Hurtado», que se regirá por las siguientes Bases:

Primera: Objeto del certamen

El Certamen de Investigación Cultural «Publio Hurtado» pretende promover los trabajos de investigación sobre el Patrimonio Etnológico y la Antropología Cultural de Extremadura. Su denominación quiere ser un homenaje al polígrafo extremeño autor del trabajo Supersticiones extremeñas y estrechamente vinculado a la creación del Museo de Cáceres a través de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Cáceres, de la que formó parte entre 1897 y el momento de su fallecimiento en 1929, siendo su Presidente los últimos diez años.

Segunda. Solicitud y presentación de los trabajos

1. Podrán participar en esta convocatoria todas aquellas personas físicas mayores de edad que lo soliciten.

2. En todo caso, deberán presentarse dos ejemplares originales de los trabajos en formato digital y, además, dos copias en papel en caso de que se trate de trabajos escritos. En este último caso, los trabajos tendrán una extensión mínima de 150 páginas en DIN A4. En ninguno de los ejemplares presentados podrá constar el nombre de la persona o personas autoras del trabajo.

3. Junto con el trabajo, en sobre cerrado, se presentarán   los   datos   de   la   persona o personas autoras del trabajo:  nombre completo, profesión, domicilio, teléfono, correo electrónico y fotocopia del D.N.I. o documento acreditativo de la identidad; en el exterior se indicará el nombre o título del trabajo de investigación, en el que no podrá figurar expresamente el nombre de la persona o personas autoras ni cualquier otra expresión que permita su identificación.

4. El plazo de admisión comenzará el 15 de junio de 2024 y concluirá a las 12 horas del mediodía del 30 de diciembre de 2022, debiendo enviarse mediante correo certificado a la sede que la Asociación «Adaegina» Amigos del Museo de Cáceres tiene en el Museo de Cáceres, a la dirección: Plaza de las Veletas, 1. 10003 Cáceres.

Tercera.  Características de los trabajos

1. Los trabajos deberán ser originales e inéditos, y no deben haber sido premiados, ni total ni parcialmente, en ningún otro Certamen.

2. Los trabajos podrán versar sobre cualquiera de los aspectos conformadores del Patrimonio Etnológico extremeño, tanto material como inmaterial, tal como aparece definido en la Ley 2/1999 del Patrimonio Histórico y Cultural de Extremadura, extendiéndose también a los territorios españoles o portugueses culturalmente relacionados con esta Comunidad Autónoma, no existiendo ningún tipo de limitación en cuanto al soporte utilizado. Deberán contener una abundante, detallada y fiel información, fruto de la investigación original.

3. Todos los trabajos, y particularmente los escritos, podrán acompañarse de materiales fotográficos, sonoros, o de cualquier tipo, que sirvan para ilustrar suficientemente el contenido.

Cuarta. Premio

1.Se concederá un solo premio, dotado con 4.000,00 (cuatro mil) € y placa, pudiendo el Jurado conceder uno o varios accésits sin dotación económica.

2. Los ejemplares presentados de las obras premiadas quedarán en propiedad de la Asociación «Adaegina» Amigos del Museo de Cáceres, que se reserva el derecho preferente de edición de los mismos durante un período de dos años a contar desde la resolución del certamen, sin perjuicio de los derechos de propiedad intelectual del autor o autores de los trabajos.

3. El jurado podrá declarar desierto alguno o todos los premios si estima que los trabajos presentados no poseen la calidad suficiente; también podrá conceder un premio “ex aequo”.

4. La entrega de premios se efectuará en un acto público, expresamente convocado para ello.

Quinta. Criterios de Valoración

Se valorará el marco teórico, la metodología, la base empírica, la coherencia interna y la novedad temática y formal de los trabajos presentados.

Sexta. Jurado

1. El Jurado será designado por el Presidente de la Asociación «Adaegina» Amigos del Museo de Cáceres a partir de la finalización del plazo de entrega de los trabajos, y estará constituido por:

§ Presidencia: Una persona miembro de la Asociación «Adaegina» Amigos del Museo de Cáceres.

§ Cuatro Vocales: Dos Titulados Superiores en representación de la Consejería de Cultura, Turismo, Jóvenes y Deportes de la Junta de Extremadura; un profesor o profesora de la Universidad de Extremadura y una persona especialista en el Patrimonio Etnológico de Extremadura.

§ Secretaría: Una persona miembro de la Junta Directiva de la Asociación «Adaegina» Amigos del Museo de Cáceres, con voz pero sin voto.

2. El fallo del Jurado se hará público dentro de los treinta días siguientes a la finalización del plazo de admisión. La decisión del Jurado será inapelable.

Séptima: Obligaciones de los participantes

1. Los participantes deberán comprometerse por escrito a ceder de manera preferente el derecho de publicación de su trabajo, durante un período de 2 años a contar desde la resolución de este certamen, a la Asociación «Adaegina» Amigos del Museo de Cáceres. Este compromiso no implica la cesión o limitación de los derechos de propiedad intelectual de los autores de estos trabajos.

2. La Asociación «Adaegina» Amigos del Museo de Cáceres podrá depositar una copia de los trabajos premiados en la biblioteca del Museo de Cáceres.

3. Los trabajos no premiados serán devueltos a petición de los autores en el plazo de dos meses, una vez publicado el fallo del Jurado. Finalizado este plazo los trabajos no reclamados pasarán a propiedad de la Asociación «Adaegina» Amigos del Museo de Cáceres, pudiendo quedar depositados en la biblioteca del Museo de Cáceres.

4. El hecho de concurrir al presente concurso presupone la aceptación total de las bases y la conformidad con las decisiones del Jurado, que podrá decidir libremente sobre lo no recogido expresamente en las Bases del Certamen, así como resolver las incidencias que pudieran producirse en relación a algún apartado de las Bases. El criterio general será el de favorecer la participación y la igualdad no dificultando estos principios esenciales por incidencias subsanables que no afecten al fondo de los objetivos del Certamen.

 


26 de mayo de 2024

"Jaén, ruta de los castillos: Viaje a Jaén, Alcalá la Real, Linares, Cazorla y Baños de la Encina" (15 al 19 de mayo)


Veintiocho socios de Adaegina realizamos el viaje cultural programado a la provincia de Jaén con el fin de adentrarnos en su arte e historia. Al recorrer sus tierras tuvimos la sensación de navegar en un inmenso mar verde y ondulado. El contraste entre la blancura de sus pueblos y el fuerte verdor de los olivos nos envolvió hasta llegar a Jaén, donde nos alojamos durante las cinco jornadas de duración de la experiencia.

El primer día disfrutamos del “oppidum” del cerro de la Plaza de Armas de Puente Tablas, en las cercanías de la ciudad. Una antigua población íbera donde se han sacado a la luz los restos de un templo solar, una magnífica muralla, el palacio del régulo o príncipe mandatario junto a algunas viviendas, un fragmento de una calle y las cuatro cuevas del oráculo. La importancia de este yacimiento es esencial por la pureza del enclave como muestra de la cultura íbera, algo que se reforzó en la posterior visita al Museo Íbero, donde se muestra una excelente colección sacada en su mayor parte de este emplazamiento en la que destacan las


bellas cráteras griegas. Durante la tarde disfrutamos de los baños árabes de arte almorávide y almohade perfectamente conservados, junto al Museo Arqueológico y de Pintura, a falta de las secciones íbera y romana, además de un agradable paseo por el pintoresco barrio de la Magdalena, situado en la zona alta de una población donde las empinadas y prolongadas cuestas son su principal seña de identidad. Se trata del barrio más antiguo y popular que nació junto a la fuente que dio origen a Jaén. El Convento de Santo Domingo, la iglesia de la Magdalena y el monumento que rememora la Leyenda del Lagarto, muerto al final por alguien muy astuto sirviéndose de un cadáver de un cordero relleno de pólvora, completaron el programa.


El segundo día transcurrió durante la mañana entre el imponente castillo de Santa Catalina, esencialmente árabe, una antigua alcazaba de origen califal, reforzada por los cristianos tras la reconquista llevada a cabo por Fernando III el Santo. Junto a él se construyó el Parador Nacional en los años sesenta. Desde sus almenas disfrutamos de una panorámica excelente y completa de la capital del Santo Reino. Posteriormente descendimos para admirar la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, un monumento renacentista con elementos barrocos en la portada y en la fachada. Si impresionante resulta su cuerpo exterior, el interior es la sublimación del estilo renacentista, en el que el genial Andrés de Vandelvira dotó de monumentalidad, belleza y armonía un espacio que transmite serenidad y una sensación de elevación espiritual con los tintes personales de un arquitecto y maestro singular al que se dedica una cátedra de investigación en la Universidad de Jaén con todo merecimiento.



A lo largo de la tarde nos desplazamos a Alcalá la Real, al suroeste de la provincia y cercana a Granada. La antigua Qal´at Astalir posee un complejo militar, la fortaleza de la Mota, un primitivo templo gótico en su interior, la Iglesia Mayor Abacial, en cuya nave se nos proyectó un montaje audiovisual interesante sobre la historia de la ciudad, cuna del gran imaginero Juan Martínez Montañés y de su maestro Pablo de Rojas, ambos con estatuas de homenaje en las dos plazas más importantes.

El tercer día de visitas nos trasladó a Linares, donde recorrimos las ruinas de la ciudad romana de Cástulo, excavada aún en un 3% de su extensión, y en las que nos impresionó su mosaico íntegramente conservado. Posteriormente nos trasladamos al casco urbano linarense donde visitamos su Museo en el que destacaban los restos provenientes de la citada urbe romana, incluso tuvimos la oportunidad de asistir a la representación de un ritual romano dedicado a la diosa Isis en la Plaza del Llano. Tras la comida nos desplazamos hasta Cazorla. En ella admiramos el retablo que ofrecía la escarpada sierra. El guía, biólogo de profesión, nos informó con detalle sobre las características del impresionante entorno natural donde se haya enclavado el pueblo. Dominado por el castillo de la Yedra, cerca y debajo, destacan las ruinas renacentistas de Santa María de Gracia, del siglo XVI, en cuya construcción pudo participar Andrés de Vandelvira o algún arquitecto de su taller. Existen al parecer dudas de que fuera concluida en algún momento, aunque hay investigadores que afirman lo contrario y que fue arrasado por una riada procedente de la montaña, que la dejó en el estado que ahora muestra. Descendimos hasta el río Cerezuelo y recorrimos la imponente bóveda subterránea construida para canalizarlo y poder edificar sobre él. Allí nos aguardaba la Tragantía, legendario monstruo de la mitología local que supuestamente habita en aquel espacio sombrío. Se cree que esta singular construcción fue finalizada en 1536.



La última jornada nos ofreció una sorpresa muy agradable con la estancia en Baños de la Encina, llamado así por la abundancia de fuentes y agua que se hallan en sus alrededores. En la ermita de la Virgen de la Encina se encuentra uno de los camarines más bellos del país y en su centro se cobija la imagen del Cristo del Llano o Cristo de la Luz. En la iglesia de San Mateo se puede admirar un cuadro atribuido a Murillo y la Patrona, la Virgen de la Encina. Finalizamos las visitas y la parte cultural del magnífico viaje que hemos disfrutado en el castillo de Burgalimar, una imponente fortaleza de quince torres, en la que estuvo también Miramamolín, el califa derrotado en la Batalla de las Navas de Tolosa, una de las edificaciones almohades mejor conservadas de España, reforzada posteriormente tras la reconquista cristiana.

Es importante destacar también el papel de los magníficos guías que nos han acompañado e instruido durante estas jornadas en las que hay que señalar no sólo la diversidad y calidad de los contenidos artísticos, culturales e históricos obtenidos sino también la armonía que ha existido en la convivencia y seriedad de los socios que hemos desarrollado una nueva experiencia enriquecedora y que con seguridad repetiremos en otros enclaves en el futuro.

Texto de Vicente Rodríguez Lázaro (socio de ADAEGINA)


RESEÑA LITERARIA DEL VIAJE A JAÉN

Por Vicente Rodríguez Lázaro

 

MAREA VERDE

(Paisajes jiennenses)

 

Un mar verde y ocre

extiende su oleaje

a lo largo de las tierras

que se pierden en la línea

de un inmenso horizonte.

 

Linares se eleva orgullosa

dando entrada a la marea

que invade las olas

de suave curvatura

sobre las que navegan

innumerables viajeros

con la oliva como carga.

 

Todos se inclinan

y adoran perennes

a la Sierra de Segura

que contempla satisfecha

la concentración alineada

de los súbditos seculares.

 

El olivo y Jaén

conviven en armonía

y sus frutos se transforman

en áureos dones

tras el otoño

para revestir de riqueza

a las antiguas poblaciones

repletas de historias

y leyendas arraigadas

de sus piedras ancestrales.

 

LA CIUDAD DEL SANTO REINO

(Jaén)

 

Fernando III el Santo

hizo colocar la cruz

tras la toma esforzada

del alcázar jiennense.

 

Desde la alta meseta

que el castillo abraza fiero,

hoy silencioso y sereno,

se despliega la ciudad

descendiendo la montaña.

 

Sus callejas y plazuelas

con sus cuestas esforzadas

que mantienen el perfil

del pasado agareno.

 

Fuentes que corren discretas,

ahora ocultas a los ojos

del sentir del visitante,

con la muralla bajando

hacia el casco de la villa.

 

La imponente Catedral,

joya de Vandelvira

con el monumental coro

ocupando su interior

y la espléndida fachada

de un barroco suntuoso.

Y el Abuelo en su oratorio

con el Cireneo ayudando

en su traslado cruento

por la senda hacia el Calvario.

 

Y la urbe más moderna

extendida por el llano

a las puertas del océano,

cuyo oleaje de olivos

se precipita hacia el valle

con las sierras ejerciendo

de extenso acantilado

para frenarlo a sus pies

y obligarlo a conservar

el regalo tan dorado

del aceite de la vida

que a Jaén da el galardón

de ser su depositario.

 

Y el rostro de Jesús

dibujado en el sudario,

el paño de la Verónica,

en el templo conservado

siendo Jaén su destino

y a resguardo en su retablo

dando al valle bendición

y a la ciudad su remanso

transformada en capital

del Santo Reino Cristiano.

 

LA FORTALEZA DORMIDA

(Alcalá la Real)

 

Dos grandes imagineros la honraron

cuando ya su fortaleza declinara.

Los árabes la hicieron prominente.

Los cristianos aún la reforzaron

sembrando al abrigo de sus torres

una recia abadía bien forjada.

 

Una historia de amor ante una fuente

que un padre cegado malograra

dio lugar a que la muerte extendiera

su manto tenebroso junto al agua.

Una mora y un cristiano allí bebieron

la pasión de un amor fuera del cuadro

que la guerra imponía con crueldad.

Con su espada el mal padre arrebató

la existencia a una hija enamorada

y el amante, frustrado por la pérdida,

vengó sobre él la marcha de su amada.

 

Los franceses dieron fin a las vivencias

de la villa en cumbre fortificada.

Tras su abandono floreció en la llanura

extendida a los pies de las murallas

expandiendo su blanco caserío

entre lomas y olivos alineados

que se enfilan hasta un amplio horizonte

dibujado con las cumbres y la nieve

de Granada y sus montes más cercanos.

 

Qal´at Astalir, Qal´at Yahsub, Al Qal´a

y Alcalá la Real al fin nombrada,

floreciendo en la cumbre de la Mota

y empujada por la acción del olivar

para forjar apariencia deslumbrante

a los pies de la sólida atalaya

portadora de su duro nacimiento

que en silencio y solitario ahora contempla

el talle bullicioso que la abraza.

 

MINA, ARTE Y ALBERO

(Linares)

 

La efigie de un torero

de estirpe legendaria

encabeza la antesala

del coso donde hallara

la muerte por una cornada.

 

Islero tenía por nombre

el macho fuerte y bravío

que allí mismo lo matara

desgarrando con su cuerna

un rincón de sus entrañas.

 

Linares fue minería.

Con el ritmo de tarantas

es capital del flamenco

y de ella sus cantaores,

que Carmen Linares comanda,

recorren de norte a sur

todos los puntos de España.

 

La ciudad es navegante

del océano de esperanza

que extiende el olivar

hasta las sierras cercanas,

donde Palomo Linares

aprendiera a usar la capa

que tantas tardes de gloria

le dio sobre el recio albero

de las renombradas plazas.

 

Y el mítico Raphael

que tras décadas de andanzas

extiende por todo el mundo

la belleza de su arte,

la armonía de su voz

y el orgullo de una raza

nacida con la firmeza

de las minas ya cerradas

y con la tenacidad

de bandera desplegada.

 

El paseo de Linarejos,

su corazón y su alma.

La guitarra de Segovia,

la melodía que la aplaca

y el aroma del aceite

es la esencia que reparte

a quien quiere visitarla.

 

LA VILLA DE LA YEDRA

(Cazorla)

 

Nace de la sierra

casa a casa,

calle a calle,

plaza a plaza.

 

El ingenio de Vandelvira

esconde el río

y lo transforma en receptáculo,

en el corazón urbano

abrazado a los cantiles

que protegen el perfil

de la población serrana.

 

Un pasadizo oculto

con una leyenda flotando

de una mora transformada

en quimera y amenaza

hacia el varón solitario

que cruce los subterráneos

cuyo secreto resguarda

de las miradas furtivas

de quienes ignoran su drama.

 

El castillo en una peña,

en un risco dominando

el caserío que resbala

por el desfiladero imponente

culminando en la marea

de los olivares que avanzan

a lo largo del gran valle

bañado por el Guadalquivir

cuyo origen es el corazón

tierno, bravío y libre

de la inhóspita montaña.

 

LA QUIMERA

(La Tragantía de Cazorla)

 

El castillo en plena cumbre

a la entrada de la sierra

con Cazorla a sus pies

y las lomas junto al río

a resguardo de su impronta.

 

El caíd ve temeroso

el avance de las tropas

que los reinos castellanos

ya despliegan sin demora.

 

La belleza de su hija

ve en peligro y la oculta

en los fríos subterráneos

y allá marcha con sus tropas

a presentarle batalla

al enemigo que aguarda

en la cercanía frondosa,

a la entrada de las sierras,

a las puertas de Cazorla.

 

Es cruenta la disputa,

corre la sangre y aflora

de los cuerpos de soldados

que a la muerte se abandonan.

 

Castellanos y leoneses

 la altiva muralla toman

sin saber que en sus cimientos

oculta se halla la mora;

pues su padre ha fallecido

dejándola allí muy sola.

 

Los víveres se terminan

y de insectos se alimenta.

Se olvida la parca de ella

y en quimera se transforma.

Mitad sierpe es su apariencia

y la otra mitad es moza

con un aspecto terrible

que a los viajeros invoca

a alejarse del paraje

donde habita y los acosa.

 

Tragantía de Cazorla,

así la llaman ahora.

La que fue mujer hermosa

por razón de un mal destino

en leyenda de tragedia

es recordada sin honra.

 

Por las sierras escarpadas

 

sus lamentos enarbola

la que fuera joven bella.

El horror y la violencia

da por pago a quien invade

su guarida de leona

sabiendo que su existencia

está condenada a las sombras.

 

TRES REGALOS

(Baños de la Encina)

 

Quince torres arman la fortaleza.

Almohades y cristianos la refuerzan.

Atalaya sobre el río, fortificada,

contemplando el transcurso de los siglos.

Un castillo que jamás fue asediado

con las Navas de Tolosa muy cercanas

y el recuerdo de la histórica batalla

aún flotando en el aire del paisaje.

 

Camarín de belleza inenarrable

acoge al Cristo surgido del llano

con la luz que irradia hacia el pueblo

con la Virgen de la Encina acompañándolo.

 

Muchas fuentes y agua en abundancia

dan su nombre a este enclave jiennense.

La ermita, la iglesia y el fortín

forman trío y en sus calles son regalos

sorprendiendo al viajero y visitante

por las joyas que atesoran sus regazos.

 

Así Baños acoge a los foráneos

con el Cielo dibujado en la ermita,

su Cristo luminoso que da fuerzas

al alma del creyente avezado,

la Virgen que aparece en la encina

y el recio farallón fortificado.

 

                                                      

 

 

8 de abril de 2024

VIAJE A LLERENA, MINA LA JAYONA Y ERMITA DE LA VIRGEN DEL ARA

Foto de grupo

(Sábado, 6 de abril de 2024)

Un día un tanto gris y nuboso, con una temperatura agradable, nos acogió a los treinta y dos socios que compusieron la expedición. Hubo un añadido espectacular con el paisaje, que nos regaló un aspecto exuberante y florido no contemplado desde hacía bastantes años. El amarillo de las aulagas, el fuerte morado del cantueso, el más suave de las jaras blancas y, sobre todo, el blanco casi níveo de la pringosa, daban un colorido y un decorado lleno de belleza a las sierras cercanas a la Campiña Sur.


Se inició la visita en la Mina de la Jayona, explotada por los romanos, en explotación en distintas fases y cerrada a partir de 1921. La demanda de hierro la hizo muy rentable durante la I Guerra Mundial. Impacta el trabajo que la Naturaleza ha realizado en sus galerías abandonadas por el factor humano, cada vez más cubiertas de higueras, zarzas y helechos y ocupadas por numerosas especies de aves y anfibios, también rapaces, como el búho. Elegida “Monumento Natural” por su diversidad vegetal, animal y por hallarse en su interior una falla vertical visible, un accidente geológico poco común.

Continuamos hacia la ermita de la Virgen del Ara, llamada la “Capilla Sixtina de Extremadura” por representar en su bóveda y paredes escenas del Génesis, Antiguo Testamento y Nuevo Testamento. Artísticamente interesante, aunque los frescos presentan un cierto deterioro. Su interior está formado por una sola nave, una bóveda de cañón y un retablo mayor de origen barroco.

Tras comer bien en el Mesón “La Fuente”, en la cercana Fuente del Arco, una comida casera de bastante calidad y lugar recomendado para otra ocasión, nos desplazamos a la monumental Llerena de gran relevancia durante la Edad Media, el Renacimiento y el Barroco, llegando a tener siete conventos en el siglo XVI. Fue sede del tercer tribunal de la Inquisición de España y una gran actividad cultural en esa época. Conocimos los restos de su antigua muralla urbana del siglo XIII, la iglesia de Nuestra Señora de la Granada

con su magnífica torre barroca y su balconada con arcos del siglo XVIII. El convento de Santa Clara, que guarda como joya excepcional un San Jerónimo de Juan Martínez Montañés, además de los dulces de las monjas, el palacio de los Zapata, con su patio mudéjar, en una vista exterior. Una visión bastante completa de la riqueza artística de la que fue una de las poblaciones más importantes de Extremadura, múltiples sensaciones y nuevos conocimientos en este viaje agradable y bien sazonado con el esplendor del paisaje extremeño.

Texto de Vicente Rodriguez Lázaro (escritor  y socio de Adaegina)


Completamos esta reseña con dos poemas de nuestro socio Vicente Rodríguez Lázaro acerca de dos de los motivos de la visita realizada.

 

INQUISICIÓN E HISTORIA


(Llerena)

 

En una campiña extensa

con su blanco caserío

Llerena expande su sábana

de blancas connotaciones.

 

Destaca sobre la llanura

la torre ocre y esbelta

con su barroca fachada,

rostro sublime y excelso

de la iglesia principal:

Nuestra Señora de la Granada,

la luz de la Plaza Mayor,

de Llerena su semblanza.

 

La Inquisición allí tuvo

un tribunal de importancia

para toda la región,

de la religión su espada,

de la represión su imagen,

aún la Historia la recuerda.

 

De las murallas antiguas

un buen lienzo se despliega.

De cuatro puertas que hubo

sólo la de Montemolín contempla

los perfiles del presente.

 

Conventos y monumentos

unos pocos se conservan,

la iglesia de Santiago,

el convento de Santa Clara,

el Hospital de San Juan de Dios

quedan como referencia

de un pasado deslumbrante

hoy hundido en el recuerdo

de históricas contingencias.

 


HIJA DE LA SIERRA


(Mina de la Jayona)

 

Los hombres cercenaron la tierra

buscando su riqueza oculta.

Trazaron galerías rectas y firmes.

Crearon parajes íntimos,

minimalistas y rojizos

Pequeños desfiladeros

y rincones dominados

por geodas de belleza primordial.

 

El hombre ha abandonado

sus búsquedas de antaño

y ha dejado en manos

de la Naturaleza

la continuidad de su tarea.

 

Y ella ha desplegado su arte

creando un paraíso minúsculo,

entrañable y hermoso.

Un reino vegetal personal,

singular y atractivo

hoy dispuesto y aquietado

para recibir al visitante.

 

Una muestra del poder

que la Madre Tierra expande

más allá de las acciones

efímeras y soberbias

de los seres humanos,

con la templanza de la armonía,

la seguridad del acto meditado,

la precisión de la fuerza telúrica

que dirige el mundo

desde su inicio.

 

La Jayona ha trascendido

a la paternidad del hombre

y, una vez abandonada,

se ha transformado

en la hija exuberante

de la sierra maternal.