25 de octubre de 2018

Por Ávila con Adaegina. 2. De palacios, iglesias y conventos. Y la muralla.

Panorámica de Ávila. Las sombras alargadas de la muralla en las primeras horas del día.
Fue sólo un fin de semana. Pero el viaje dio mucho de sí. Todo un recorrido intra/extramuros por la bella ciudad de Ávila. Basílica de San Vicente, catedral del Salvador y el Cimorro, Real Monasterio de Santo Tomás, convento de San José, convento de la Encarnación, ... Pero también los Cuatro Postes, la muralla (admirable estructura), las nueve puertas, el arco de San Vicente, la espadaña junto a la puerta del Carmen, el palacio de los Verdugo, el de los Dávila, el torreón de los Guzmanes, la Plaza del Mercado Chico, la plaza de la Santa, el puente sobre el Adaja, las terrazas de la calle San Segundo, ... Y entre los personajes en la memoria de la ciudad: Tomás Luis de Vitoria, Guido Caprotti, Adolfo Suárez, don Claudio Sánchez Albornoz, Alonso de Madrigal "El Tostado", fray Juan de Yepes, y sobre todo, Teresa de Cepeda y Ahumada. Ella y el Carmelo impregnando todos los caminos, las piedras y las estancias de la ciudad. Ávila, "ciudad de cantos y de santos", fue declarada Patrimonio Mundial en 1985 y reafirmada en 2007, resaltando los valores patrimoniales de su ciudad vieja, su muralla y sus iglesias extramuros. Los días de nuestra visita, por las mañanas, sobre las murallas de ciudad, la luna en menguante.


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El viernes, 28 de septiembre, llegamos desde El Barco, procedentes de Cáceres, ya de noche. Cena en los Cuatro Postes. Después algunos nos atrevimos, atraídos por la muralla iluminada, a bajar hacia el Adaja, cruzarlo por el viaducto nuevo, y subir, bordeando la muralla, hasta la Basílica de San Vicente y las terrazas de la Calle San Segundo. A disfrutar de la fresca noche otoñal que Ávila nos ofrecía. Un reparador paseo de ida y vuelta. Para tomar contacto.


Centro de Recepción de Visitantes

Ya dispuestos para cumplir el programa, a primera hora de la mañana del sábado nos dirigimos hacia el Centro de Recepción de Visitantes donde nos esperaba nuestra guía, María José del Pozo Rodríguez. Con un entusiasmo especial desde el principio y un amplio conocimiento de la ciudad, de su historia y de sus personajes singulares comenzó a situarnos en ella, en principio, a través de las maquetas del centro y de algunos planos disponibles. Luego, poco a poco, iría sacando materia y rebuscando en cada rincón, en cada casa o palacio, y en cada iglesia o convento la huella del Carmelo y de Teresa de Cepeda. Su itinerario siempre buscando "caminos de perfección".
 

En la Basílica de San Vicente

El primer lugar fue la Basílica de San Vicente (ver vídeo). Una visión general del conjunto. Después la observación de la fachada occidental con las dos torres que delimitan ese espacio central cupulado en el que se aloja una portada magistral con un conjunto escultórico magníficamente realizado, pero en grave deterioro. Dos tímpanos con escenas evangélicas, un parteluz con la figura sedente de un Cristo resucitado, diez semicolumnas con un apostolado incompleto y, enmarcándolo todo, bellas arquivoltas con abundancia de formas vegetales, además de representaciones de seres fantásticos (arpías, centauros, ...) Y un último detalle, la firma del escultor a través de la maza de cantero que ocupa un lugar central entre los dos pequeños tímpanos. En la zona de la cabecera, tres ábsides que albergan también la cripta funeraria. En ella se venera la imagen de la Virgen de la Soterraña.

Luego, visita al interior. Tres naves separadas con arquerías de pilares con semicolumnas adosadas. Cubierta de crucería en la central y aristas en las laterales. En el alzado de la nave central, arquerías, tribuna y cuerpo de ventanas. A destacar el cimborrio con bóveda octogonal que apoya sobre planta cuadrada. Un espacio arquitectónico muy interesante.


De especial interés, el cenotafio de los santos Vicente, Sabina y Cristeta situado en el crucero, en el lado sur. Un monumento funerario del s. XII para honrar a los hermanos mártires. El monumento está adornado en sus frentes y laterales por un conjunto de escenas con figuras policromadas que narran en una secuencia perfecta el martirio sufrido por los hermanos en el s. IV, además de otras escenas como las de la Epifanía o el Pantocrátor con los Cuatro Vivientes. Excelencia en la ejecución, en la narración y en la composición del conjunto. Una cima de la escultura románica. Merece más de una hora. El sepulcro se cubre con un aparatoso baldaquino gótico flamígero con cuatro columnas, añadido en el s. XV. Lo remata la figura de San Miguel.


En uno de los frentes del cenotafio, bajo la imagen del Pantocrator, una flor conocida como rosa juradera, es señal de que esta iglesia era de tal carácter junto con Santa Gadea. Cuando en un juicio no se encontraba la verdad con el testigo, se obligaba al reo a colocar la mano en el orificio de la flor y jurar su inocencia ante el pueblo. Cuentan que si mentía la mano se iba secando. La costumbre fue abolida por los RR CC. Debieron pensar, según nuestra guía, que aquello era mucho milagro.


La muralla de Ávila

De allí, mirada a la muralla. Enorme estructura arquitectónica. Según la página oficial de este monumento, el perímetro total es de unos dos kilómetros y medio, tiene cuatro grandes lienzos con mampuestos y con elementos reutilizados romanos, numerosos cubos y torreones, nueve puertas y 2500 merlones. Las puertas se nombran, en el sentido de las agujas del reloj: Puerta del Alcázar, del Rastro, de la Santa (o de Montenegro), de la Malaventura, del Puente (sobre el Adaja), del Carmen (junto a la espadaña del antiguo convento), del Mariscal, de San Vicente y del Peso de la Harina o de los Leales. El ábside de la catedral, conocido como el Cimorro, está integrado en la muralla y es el cubo más imponente de todo el conjunto murado.

De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Vista nocturna de los cubos del lienzo oeste cerca de la puerta del Adaja; el grupo ante la Puerta de San Vicente; tramo apoyado sobre crestones rocosos correspondiente al paseo del Rastro y torreón restaurado junto a la Puerta del Alcázar o del Mercado Grande.
Sólo nos faltó hacer el recorrido por los adarves. Algunos ya lo hicimos hace años. Habrá que volver.

Algunos palacios, iglesias y conventos y la Plaza del Mercado Chico

Accedimos intramuros por la puerta de San Vicente, en dirección hacia el palacio de los Verdugo, sede de la Red de Ciudades Patrimonio Mundial, del Archivo Municipal y de otros espacios para actividades culturares. En la puerta un verraco o toro vetón. A destacar en el interior un patio de planta cuadrada con una galería inferior de arcos rebajados que apoyan sobre sencillas columnas. En la superior, columnas rematadas por artísticas zapatas soportan las grandes vigas que sostienen la cubierta.

De allí a la Plaza del Mercado Chico, la Plaza Mayor de la ciudad, en la que se encuentra la Casa Consistorial. Momento para un café, antes de llegar a la iglesia de San Juan. En ella, la pila gótica de bautismo.


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Siguiendo el itinerario llegamos a la plaza de la Santa y en ella al Convento y Museo de Santa Teresa. En este espacio urbano se inauguró, en relación con el V Centenario de 2015, una escultura en bronce de esta mujer "inquieta y andariega" (como se la ha llamado). Obra del escultor Óscar Alvariño, aparece sentada y es un lugar propicio para hacerse fotos (selfies) a su vera. Ni el obispo ni otras autoridades se resistieron al posado con ella en el día de la inauguración.

Iglesia y convento forman un conjunto arquitectónico. Debajo de la iglesia se sitúa la cripta abovedada dedicada a Museo teresiano. Iglesia y cripta se corresponden con las estancias de la casa natal de la santa. Allí se ha recreado "la huertecilla donde la Santa hacía sus ermitas"y la celda del convento de San José. Además se pueden ver escritos, documentos, pinturas, ... todo tipo de elementos que tienen que ver con su vida.

También visitamos la Sala de Reliquias. Dedo anular de la Santa, huesos de San Juan de la Cruz, ... Todas esas cosas que forman el mundo de los relicarios conventuales y eclesiásticos. Y en el caso de Teresa, una verdadera dispersión internacional de miembros o pequeños trozos de su anatomía.


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Tras esta inmersión hagiográfica teresiana, nos dirigimos al Torreón de los Guzmanes, sede de la Diputación Provincial. De nuevo una escultura zoomorfa en el zaguán de entrada. En las caballerizas se encuentra el Centro de Interpretación de la Cultura Vetona. Interesante el aspecto exterior del torreón: mampostería y sillería, matacanes, merlones en forma de trébol, atalayas esquineras, ... También el patio renacentista con una galería inferior con arquerías y la superior adintelada.


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Muy curiosa la visita al exterior del Palacio de los Dávila. En la fachada principal, que da a la plaza de Pedro Dávila, éste mando construir una ventana renacentista. En la parte superior, bajo el frontón con el escudo familiar, un epígrafe con su nombre, el de su mujer y la fecha (1541). Debajo de la ventana otro dice: "Donde una puerta se cierra, otra se abre". Hace referencia al postigo que, abierto en la muralla, comunicaba el palacio con el exterior. Como respuesta a que fue cegado, se construyó esta ventana.

Arriba, vista de la parte baja de la ventana con la leyenda: "DONDE VNA PVERTA SE CIERRA OTRA SE ABRE". A la izquierda, vista general de la bella ventana con los agujeros de las antiguas rejas en dintel y jambas. En el friso, bajo el frontón con escudo de los Dávila, la leyenda sobre "PETRVS AVILA ET MARIA CORDVBENSIS VXOR AN MDXLI". A la derecha, postigo o poterna del palacio, que fue cegado. Situado en el lienzo sur de la muralla, en el Paseo del Rastro.

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Paseo por el del Rastro y Convento de San José

Por la tarde salimos por la puerta del Rastro y recorrimos este lienzo de muralla que se asienta sobre la roca natural. Caminamos hacia la Puerta del Alcázar y desde allí, pasando por la iglesia románica de San Pedro nos dirigimos al Convento de San José o de las Madres, primera fundación de la orden (24 de agosto de 1562). Sencillez y austeridad son las características del mismo. Dentro se pueden observar algunos elementos como la cocina, la celda de la fundadora, el refectorio, ... Un pequeño museo alberga piezas relacionadas con la vida de la santa abulense. En el siguiente enlace se puede ver el plano del convento y unas datos sobre la construcción de la iglesia actual (de 1610) por el arquitecto Francisco de Mora. Es una iglesia orientada, de manera insólita, en dirección N-S, debido a que el arquitecto quiso respetar la situación de las viejas casas originales, habitadas por Teresa en esta primera fundación.

La imagen de la izquierda, reproduce el improvisado escritorio en el hueco de la ventana; para escribir sentadas en el suelo. A la derecha, interior de la iglesia actual del convento con las bóvedas de piedra caleña sangrante. Abajo, antigua fachada del convento. Nótese la subida de nivel de la calle que ciega la mitad de la puerta. Paradójicamente esta calle está dedicada al Duque de Alba, responsables de que los restos de Teresa salieran de aquí hacia Alba de Tormes.

En el recorrido por los conventos, nuestra guía, María José, siempre tenía dispuesto algún texto escrito por la monja carmelita, y nos lo recitaba de memoría. Al entrar en la iglesia de la Santa, recuerdo que recitó un fragmento de "Camino de perfección", libro dirigido precisamente a las monjas, ("ermitañas contemplativas" las llamaba), del Convento de San José.
"Cuanto a la primera, que es amaros mucho unas a otras, va muy mucho; porque no hay cosa enojosa que no se pase con facilidad en los que se aman y recia ha de ser cuando dé enojo."
Y de San José a la Catedral, nuestra última visita del día. Y el domingo, el Real Monasterio de Santo Tomás y el de la Encarnación. Pero eso será historia para otro día.

Realización, texto e imágenes: José Vidal Lucía

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