Durante los días 8 al
10 de mayo de 2015, la Asociación Adaegina de Amigos del Museo de Cáceres organizó un viaje cultural a Granada. Vicente Rodríguez Lázaro nos envía una bella crónica de dicho viaje y Álvaro Pérez Rentero algunas de las estupendas fotos que tomó. Agradecemos a ambos socios de Adaegina esta magnífica aportación al blog de la Asociación.
Con un tiempo primaveral, rozando lo veraniego incluso, un grupo de cuarenta y dos socios de Adaegina llegó a Granada con el fin de ahondar en sus vestigios nazaríes y renacentistas. La hermosa ciudad nos recibió con un anochecer donde las luces del Albaicín, de la Alhambra y las moles de la Alpujarra nos daban la bienvenida de manera espectacular y entrañable.
La jornada del sábado resultó una toma de contacto perfecta con su alma. Los guías se esmeraron en general en darnos una visión certera de la historia de la villa a través de la Capilla Real y la Catedral durante la mañana, la Alhambra y el Generalife por la tarde. De la Capilla Real, interesantísima muestra del gótico isabelino, admiramos, además de sus trazas, los mausoleos de los Reyes Católicos y de Juana y Felipe el Hermoso, con dos visiones renacentistas diferentes, la española y la flamenca, la artística reja plateresca de Bartolomé Jaén, el Museo, repleto de obras maestras de la pintura flamenca, española e italiana, en contraste con los ataúdes reales de la cripta. La Catedral de planta gótica y remates renacentistas nos muestra el genio de Diego de Siloé y Alonso Cano, sobre todo su magnífica capilla Mayor.
La tarde resultó un encuentro bastante íntimo con la Alhambra y el Generalife. Para la mayoría se trataba de un reencuentro con el Mexuar, el palacio de Comares, el salón de Embajadores, de los Reyes, de los Ajimeces, los baños, el palacio de Carlos V, los jardines… Todo ello nos introdujo una vez más en aquel paraje dominado por el arte, la Naturaleza y la Historia. Aún hubo tiempo, durante la tarde-noche, para que algunos se adentraran en el Albaicín o el Sacromonte y bajo el influjo de la luna disfrutar de la gastronomía y de alguna que otra copa.
La mañana siguiente, antes del regreso tras la comida, completamos en grupos libres el conocimiento de Granada retomando al pasado nazarí en las callejuelas y tiendas de la Alcaicería, visitando algunas de sus magníficas iglesias barrocas y haciendo un recorrido más amplio a través de un tren turístico que nos llevó por los lugares más emblemáticos junto a los puentes del Darro y adentrándonos en el espíritu variopinto y repleto de sucesos y leyendas de una ciudad esencial en nuestro devenir histórico. El regreso, plácido y nostálgico, supuso un cúmulo de recuerdos acerca de las maravillas compartidas en una población intemporal y mítica.
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